lunes, 6 de octubre de 2008

ODA A LOS POETAS POPULARES

POETAS naturales de la tierra,escondidos en surcos,cantando en las esquinas, ciegos de callejón, oh trovadores de las praderas y los almacenes, si al agua comprendiéramos tal vez corno vosotros hablaría, si las piedras dijeran su lamento o su silencio, con vuestra voz, hermanos, hablarían.Numerosossois, como las raíces. En el antiguo corazón del pueblo habéis nacido y de allí vienevuestra voz sencilla.Tenéis la jerarquíadel silencioso cántaro de greda perdido en los rincones,de pronto cantacuando se desborday es sencillo su canto, es sólo tierra y agua.
Así quiero que canten mis poemas, que lleven tierra y agua, fertilidad y canto, a todo el mundo. Por eso, poetasde mi pueblo, saludola antigua luz que sale de la tierra.El eternohilo en que se juntaron puebloy poesía, nunca se cortóeste profundo hilo de piedra, vienedesde tan lejos como la memoria del hombre. Vio con los ojos ciegos de los vates nacer la tumultuosa primavera, la sociedad humana, el primer beso,y en la guerra cantó sobre la sangre, allí estaba mi hermano barba roja, cabeza ensangrentaday ojos ciegos, con su lira, allí estaba cantandoentre los muertos, Homerose llamabao Pastor Pérez, o Reinaldo Donoso. Sus endechaseran allí y ahora un vuelo blanco, una paloma, eran la paz, la rama del árbol del aceite, y la continuidad de la hermosura. Más tardelos absorbió la calle, la campiña,los encontré cantando entre las reses, en la celebración del desafío, relatando las penas de los pobres, llevando las noticias de las inundaciones, detallando las ruinas del incendio o la noche nefanda de los asesinatos.
Ellos, los poetas de mi pueblo, errantes, pobres entre los pobres,sostuvieronsobre sus canciones la sonrisa, criticaron con sorna a los explotadores, contaron la miseria del minero y el destino implacable del soldado.Ellos, los poetas del pueblo, con guitarra harapienta y ojos conocedores de la vida, sostuvieron en su canto una rosa y la mostraron en los callejones para que se supiera que la vida no será siempre triste. Payadores, poetas humildemente altivos, a través de la historia y sus reveses, a través de la paz y de la guerra, de la noche y la aurora, sois vosotros los depositarios, los tejedores de la poesía, y ahora aquí en mi patria está el tesoro, el cristal de Castilla, la soledad de Chile, la pícara inocencia, y la guitarra contra el infortunio, la mano solidaria en el camino, la palabra repetida en el canto y transmitida, la voz de piedra y agua entre raíces, la rapsodia del viento, la voz que no requiere librerías, todo lo que debemos aprender los orgullosos: con la verdad del pueblo la eternidad del canto.